martes, 2 de septiembre de 2014

PROCESIONES EXTRAORDINARIAS DE LA VIRGEN DE REGLA (1ª PARTE)

 
Algunos años y por motivos muy extraordinarios la Virgen de Regla fue llevada en procesión desde su Santuario de Regla al pueblo de Chipiona o a Sanlúcar de Barrameda en solemne procesión, rodeada siempre de una numerosa y exorbitante cantidad de personas y un gran entusiasmo por el acontecimiento. La característica general de estas procesiones ha sido siempre y sobre todo la enorme explosión de fervor popular.

1ª Procesión

Durante los siglos XVI y XVII, la Imagen de Nuestra Señora de Regla era, sin género de duda, la más conocida y popular de Andalucía. Basta recordar la triunfal y deslumbrante procesión que se celebró el 8 de septiembre de 1588, con motivo del envío de España de la Armada Invencible contra Inglaterra, a cuyo frente iba el séptimo duque de Medina Sidonia, don Alonso Pérez de Guzmán, insigne bienhechor del Santuario de Regla. Doña Ana Gómez de Silva y Mendoza, esposa del duque, fue quien pidió y consiguió del Prior y la comunidad de los agustinos de Regla, sacar por primera vez en procesión a la Virgen de Regla. El cronista chipionero fray Diego Carmona Bohórquez, en su libro “Historia Sacra” nos da amplísimas y detalladas descripciones del cortejo procesional y la dilatada comitiva, integrada por la mayor parte de la nobleza española de la época. Historiadores de entonces la elevan a ochenta mil las personas que tomaron parte en aquella grandiosa manifestación religiosa. Cuentan que los primeros estandartes habían llegado ya a Sanlúcar de Barrameda, que dista de Chipiona como todos sabemos 9 kilómetros, y todavía no había salido de aquí, de su iglesia de Regla, la Imagen de la Santísima Virgen.

Anteriormente a esta fecha, en los siglos anteriores, no se sacaba a la Imagen de Nuestra
Señora de Regla en procesión pública, sino que permanecía en su lugar, aunque se hacían dos procesiones al año sólo por este claustro del convento; una el día 2 de febrero, Purificación de Ntra. Señora; y la otra, el día 15 de agosto, Asunción de María Santísima a los cielos. En estas procesiones se sacaba en vez de la Imagen de Ntra. Sra. de Regla, una imagen que los frailes agustinos tenían exclusivamente para éste fin y que mandaron hacer estos religiosos cuando entraron en el convento. Su nombre era Ntra. Sra. de los Buenos-Aires, a ellas acudían muchos fieles de la comarca, sobre todo navegantes, debido a que los navegantes de toda clase, y las flotas que partían hacia América le pedían buenos aires para cruzar el océano; su color era blanco. Esta imagen no tuvo nunca un altar dentro de la iglesia, sino en otras partes, como aquí, en el claustro del convento y más tarde cuando se comenzó a sacar a la Virgen de Regla en procesión, la imagen de los Buenos Aires pasó a un lugar que denominaban entonces los religiosos "de produndis", lugar donde celebraban sus capítulos, en este lugar permaneció más de veinte años teniendo aún alguna devoción por parte de los navegantes, pasando posteriormente a un altar de la sacristía perdiendo la poca devoción que le quedaba y a continuación en 1623 fue trasladada a Cádiz, al convento de San Agustín y de allí a Madrid, colocándose en la iglesia de las monjas agustinas de Santiago.

Desde principio del siglo XVII, se introdujo la costumbre de llevar en procesión por los alrededores del Santuario la Imagen de Regla el día de su fiesta, el 8 de septiembre, desbordándose con este motivo los pueblos y ciudades de Andalucía, que en número de unos treinta mil, venían a venerar a su amantísima Madre, a recibir los sacramentos y a asistir a la Misa solemne. Entonces todo lo que pertenecía a Nuestra Señora de Regla se tenía en gran aprecio y estima y se consideraba como prenda de afecto y veneración profunda: las medidas de su Imagen, la teja sobre la que estuvo sentada, la llave de la mazmorra de Granada, el aceite de su lámpara, las monedas de la pobre devota, las hojas de su higuera, todo cuanto había pertenecido o tocado a la Imagen.
Desde la mencionada procesión del año 1588 hasta el año 1608, fecha en la que nuestro Ayuntamiento la declaró Patrona de Chipiona, veinte años después, no se volvió a sacar la Virgen. En esta ocasión se llevó a Chipiona por la mañana y volvió por la tarde. A partir de esta fecha se comenzó a sacar todos los años, salvo algunas excepciones, el 8 de septiembre.

2ª Procesión

Es la primera vez de la que se tiene noticia de visitar el pueblo de Chipiona. Ello es en 1608, con motivo de su nombramiento como Patrona de Chipiona. En esta ocasión fue llevada al pueblo por la mañana y retornada al Santuario de Regla por la tarde.

Fray Diego Carmona Bohórquez nos lo relata en uno de los milagros de la Virgen en su libro Historia Sacra: “En el año arriba declarado de mil y seiscientos y ocho, a ocho de septiembre, que fue desde cuando se saca todos los años consiguientemente en procesión pública la imagen soberana de Regla, fue llevada esta divina Señora a la villa de Chipiona con gran majestad y pompa y con otros ordinarios aparatos de suntuosidad festiva, que fue uno de los más ruidosos y celebrados días que se han visto en aquel santuario, a el cual acudieron más de treinta mil personas, según el computo que algunos curiosos hicieron. Hubo diversas capillas y castillos de madera, en el camino, muy aderezados, grandes escaramuzas de moros y cristianos, muchas danzas, mucha música, y al fin muchos santos aderezados en andas que acompañaban la santísima imagen en otras andas riquísimas de plata, cubiertas de joyas preciosas. Fue depositada la Virgen, saliendo por la mañana de su casa, en la iglesia mayor de Chipiona hasta la tarde, dentro de la dicha iglesia, donde estuvo hasta la tarde, que fue vuelta en procesión con la misma solemnidad que fue llevada.
Refugios en Sanlúcar de Barrameda.

Entre los años 1642-1702, la imagen de la Virgen de Regla tuvo que ser refugiada por tres veces en el convento de los agustinos de Sanlúcar por temor a los asaltos de los corsarios, según los libros capitulares del municipio sanluqueño.

3ª Procesión

Según estos libros la primera tuvo lugar el año 1642, cuando se esparció la voz de que una Armada Turca de 24 galeras se estaba aprestando en el río de Tetuán para venir a robar el Santuario de Regla y saquear sus abundantes riquezas, en cuanto el tiempo se mostrara propicio. Noticia que al final resultó ser falsa. Se ignora el tiempo que duró la estancia de la Virgen en la vecina ciudad, aunque esta debió ser bastante corta.

4ª Procesión

La segunda en 1656, que apareciendo en una de sus innumerables incursiones sobre estas costas una formidable Armada Inglesa, se temió desembarcasen en la Grajuela, preparándose para arrasar la vecina ciudad de Cádiz y que saqueasen y profanasen, como herejes, a esta Soberana Señora, por este motivo se mantuvo en Sanlúcar el tiempo que la Armada estuvo a la vista. De hecho, las actas capitulares del Ayuntamiento de Chipiona confirman estas amenazas, aunque no parece que llegara nunca la escuadra inglesa a atacar la costa del pueblo o la del Santuario de Regla.

5ª Procesión

Y la tercera vez en 1702, con motivo de la Guerra de Sucesión, la Virgen de Regla estuvo en la ciudad vecina durante algunos meses. La versión de estos acontecimientos por parte de los agustinos de Regla fue esta:

“Se hallaba España envuelta en la terrible y larga contienda que siguió a la muerte de Carlos II, y el Rey Felipe V se encontraba luchando en Italia, cuando el 23 de agosto de 1702 a eso de las ocho de la mañana, apareció, frente al Santuario de Regla una escuadra
compuesta de 180 buques, procedentes de Inglaterra y Holanda. Fue terrible, el pánico que se apoderó de la Comunidad de Padres Agustinos al divisar la flota enemiga y verse completamente aislados y sin ninguna defensa; determinaron tras el desembarco en Rota el día 26 del mismo mes, enviar a Sanlúcar al Convento de San Agustín "todas las alhajas de la Virgen, las lámparas, ornamentos y vasos sagrados (todo de plata y oro), y que la Imagen de la Virgen se quedase en el Convento con la Comunidad, hasta que obligados por los enemigos les fuese forzoso abandonarla, en cuyo caso toda la comunidad llevaría en Procesión la Sta. Imagen a Sanlúcar, si fuese necesario".

Así pues, el Padre Prior, sin perder tiempo, mandó a Sanlúcar todos los objetos preciosos del convento. Mientras tanto, la armada enemiga después de haber desembarcado en Rota unos 12.000 hombres, se fortificaron en ella y comenzaron a bombardear el Castillo de Santa Catalina, por mar y tierra, durante cuatro días, hasta que la pequeña guarnición que la defendía, viendo la imposibilidad de sostenerse por más tiempo, y temiendo caer en manos de los enemigos, lo abandonó. Al día siguiente, 29 de agosto, desde lo alto del convento se divisaron 4 compañías enemigas que venían marchando por el pinar de la villa hacia el Santuario, por lo que el Padre Prior dispuso ante la proximidad del enemigo trasladar a la Virgen a Sanlúcar de Barrameda donde la recibió todo el pueblo. El Padre Prior de Sanlúcar y los Agustinos de Regla determinaron que, estando tan cerca el enemigo y no ofreciendo la ciudad garantías de defensa, lo más seguro era embarcar la plata y alhajas, de uno y otro convento, con los sagrados ornamentos y custodiándolos ambas comunidades, marchar inmediatamente al convento de S. Agustín de Sevilla. Los ingleses, tras haber anulado el Castillo de Sta. Catalina, trataron de dominar la costa: en número de 9.000, salieron de Rota con este fin, de los que 3.000 se dirigieron a Sanlúcar de Barrameda, para apoderarse de ella. Apenas dieron vista a la ciudad, cuando les pareció oír el rumor de un gran ejército, al parecer muy numeroso cuyos tambores y clarines, tocando paso de ataque, parecía querer, no defender a Sanlúcar, sino venir a atacarlos y destruirlos; así lo aseguraron muchos desertores irlandeses que se pasaron a las filas españolas, que era muy creído en el ejército invasor, que dentro de la ciudad existía un golpe de gente aguerrida y pertrechada y dispuesta a defenderse a todo trance. Las tropas invasoras se apoderaron del Puerto de Santa Mª, Puerto Real y otros puntos del litoral gaditano, saqueándolos despiadadamente. Por fin, el 27 de septiembre iniciaron las tropas españolas una gran ofensiva que tenía por objetivo arrojar a los extranjeros de las costas gaditanas: partiendo del cerro de San Cristóbal, se dirigieron al Puerto de Santa Mª, obligando a los ingleses a retirarse a Rota. Aunque el enemigo trató de defenderse en esta plaza, el día 30 fue atacada con gran valor por nuestros bravos granaderos, que los invasores se retiraron precipitadamente por mar, dejando muchas bajas y prisioneros en nuestro poder. El día 1 de octubre, al amanecer, se vieron libres nuestras costas de la flota enemiga. Una vez acabada la contienda y tras algunas dificultades la Virgen volvió de nuevo a Chipiona, por la playa, caso único en la historia de la Virgen de Regla.

El regreso de la Virgen al Santuario se produjo el 29 de octubre y acompañada de la comunidad del convento de San Agustín de Sanlúcar y la de su Santuario, bajando la procesión por la playa para seguir por ella su camino custodiada por dos Compañías de soldados. Desde el Castillo de Santiago dispararon las piezas y los soldados hicieron tres descargas, y así prosiguieron haciendo salvas hasta llegar al muelle, en donde por despedida le hicieron salva Real. Una vez en Chipiona, la recibió el cura y una compañía de armados devotos, haciendo salvas para saludar la deseada venida de la Virgen. Siguió la procesión por el camino más corto, porque ya era tarde, en medio de aclamaciones y lágrimas y así se llegó al Convento, a cuyas puertas estaban esperando los religiosos que se habían quedado para cuidar y guardar del Santuario, acompañando a la Virgen desde las puertas del templo hasta su antiguo y propio altar, en donde la colocaron y al tiempo de ponerla en su tabernáculo, los soldados que habían venido acompañando la procesión, la saludaron con dos descargas cerradas.

6ª Procesión

El 16 de septiembre del año 1800, con motivo de una epidemia de peste. Se tiene noticias en Chipiona de los pueblos y ciudades comarcales, especialmente de Cádiz, que se estaban experimentando diariamente desde el principio de este mes mueren en ella, de doscientas a doscientas y sesenta personas; que en Sevilla, El Puerto de Sta. María, Jerez de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda, se hallaban igualmente salpicadas de ella, debido a la cantidad de personas que de Cádiz han salido huyendo e introduciéndose en ellas, a pesar de las precauciones tomadas por dichas ciudades, como la villa de Rota, poniéndose guardias de tropa y paisanos para evitar su introducción, y en muchas de ellas Casas de Lazareto en los campos para que hagan cuarentena, e imponiéndoseles distintas y graves penas a los vecinos que en sus casas admitiesen forastero alguno, o individuos de sus familias procedentes de dichas ciudades infestadas, sin que antes se habilite por las Juntas de Sanidad que cada pueblo por sí ha nombrado.

Los Ilustres Cabildos Eclesiástico y Secular de la Villa de Chipiona propusieron que en
atención a hallarse el pueblo sobresaltado y grandemente conmovido con el asombroso contagio que padecía Cádiz, y se iba propagando a otros pueblos comarcanos, y que clamando todos que para librarse de este mal se le hiciese una función a Nuestra Señora de Regla, que miran como a su Patrona y Protectora, llevándola en procesión a dicha villa, solicitaron con ansias de fervor y devoción se hiciese Procesión General del Santísimo Cristo de la Misericordia, el Arcángel San Miguel y de Nuestra Sra. de Regla, como Patronos de esta villa, a fin de que paseándose las calles por dichos Patronos, como se ha hecho en todos los demás pueblos con los suyos, confíen en su protección, alcancen de Su Majestad Santísima, tenga misericordia de esta villa y libre a sus vecinos y habitantes de tan fatal contagio como hasta el presente se hallaba. Acordaron ambos Cabildos se hiciese la enunciada Procesión General que conduciría a la Parroquia, y a las dos de la tarde saldría la Procesión General, con las tres mencionadas Imágenes Patronos que iría por la Plaza y calles del pueblo.

El Padre Prior del Santuario de Nuestra Señora de Regla convocó a los padres de su Comunidad proponiendo lo solicitado y en vista al extraordinario accidente de la peste que amenazaba, condesciende desde luego en que el día del Arcángel San Miguel por la mañana, lleven ambos Cabildos a Nuestra Señora acompañada de la Comunidad, en Solemne Procesión desde el Santuario hasta la Parroquial de la Villa donde se le haga su función; y que por la tarde del mismo día dando vueltas por las calles principales del Pueblo, en acción de bendecirlo con su presencia, sea conducida del mismo modo al Santuario y que se obliguen ambos Cabildos formalmente, a que la Santa Imagen ha de volver al Santuario en el mismo día que salga de él, aunque el pueblo pida otra cosa; que también se hagan responsables recíprocamente ambos Cabildos de resarcir los daños y perjuicios que pudiesen resultar de la pérdida, o maltrato del adorno, prendas y alhajas que constaren de dicho inventario.

7ª Procesión

Cuando regresó a España el Rey Fernando VII, se restauró el Monasterio, volviendo a él los religiosos, hasta el año 1835, en que a causa de la desamortización les cupo la misma suerte que a los demás religiosos de España.

El pueblo de Chipiona, al ver la soledad en que quedaba la Virgen, llevó en procesión a la Imagen hasta la iglesia parroquial de Chipiona. Pero no la llevaron directamente a la misma, porque no había en ella un lugar debidamente preparado; sino que la condujeron primeramente a una casa del pueblo en espera del momento oportuno. Esta casa estaba en la calle Larga, propiedad de la Seña Elena, donde se instalaría provisionalmente hasta que el retablo que se preparaba para tal fin estuviera totalmente preparado. A finales del año 1836 se colocó en uno de los retablos que hay a la izquierda, entrando por la puerta principal, y que fue donado por D. Antonio Miranda Jurado. Este señor, al hacer testamento en 31 de diciembre de 1835, disponía en una cláusula dar “diez mil reales de vellón para hacerle un altar dondequiera que se encuentre”.

Mientras tanto, el Convento, morada por tantos siglos de fervorosos religiosos, amenazaba próxima ruina, y la misma iglesia llegó a convertirse en un inmundo establo de bestias, destruido su precioso y rico altar, y despojada entre otras cosas del embaldosado de mármol. Los religiosos se dispersaron y abandonaron el Monasterio de Regla, depositando pequeñas imágenes de la Virgen en diversos hogares y al cuidado de familias piadosas del lugar. Estas imágenes no volvieron a sus antiguos poseedores, sino que han ocupado después varios menesteres y sucesivos lugares; dos de ellas pasaron al Convento Franciscano de Jerez y otra en la enfermería del Santuario de Regla. Estaba, pues, muy pronto a desaparecer por completo el Santuario de Regla, cuando los Infantes Duques de Montpensier, fijaron su residencia veraniega en Sanlúcar de Barrameda, y en una tarde de julio de 1851 se dirigieron a Chipiona, entrando a orar en su iglesia parroquial. Les llamó grandemente la atención el color negro de la Virgen y el párroco les refirió la historia y vicisitudes de la milagrosa Imagen, por lo que al punto determinaron los Príncipes visitar el Santuario, antigua casa y morada de la Señora.

Impresionados fuertemente al contemplar las ruinas del convento y la profanación del Templo, resolvieron restaurarlos y volver la Imagen de Ntra. Sra. de Regla a su antigua residencia. Para ello se abrió una suscripción, encabezada por los mismos Infantes, y contribuyendo con respetables sumas S. M. la Reina Isabel II y el Eminentísimo Sr. Cardenal de Sevilla Don Judas José Romo. Restaurados el Templo y el Camarín, se pensó en la traslación solemne de la Santísima Virgen, el día 7 de septiembre de 1852. Después de una ausencia de 17 años, volvía a su casa y Santuario.
Con motivo de la inauguración del Santuario de Ntra. Sra. de Regla. Más de doce mil
personas, habían acudido en aquella fecha a Chipiona, entre ellas los Infantes Duques de Montpensier, el Cardenal Arzobispo de Sevilla, los Obispos de Córdoba y Guadix, y el alto clero de todas las cercanías; tropas de artillería y caballería, vapores empavesados, músicas y arcos daban mayor visualidad al cuadro animadísimo de las playas de Chipiona. Además de una extensa relación de las magnificas fiestas. Los infantes llevaban las varas de los superiores de Regla, y la procesión en que iban tres prelados, un clero inmenso y gran número de personas distinguidas, presentaba un magnifico cuadro. Cuando la Virgen llegó a la Cruz del Mar, las aclamaciones a la Madre del Salvador y a los príncipes se repetían sin cesar. A las siete llegó a su santuario, quedando encargado de su custodia el Padre Castro, sacerdote de Chipiona, perteneciente a la comunidad agustina. Aquella noche dieron los infantes un gran banquete en el refectorio del antiguo monasterio, pasándose el resto de la noche en alegres festejos. Al día siguiente, a las cinco de la tarde, fiesta de la Natividad de Nuestra Señora, fue la función de iglesia e inauguración del nuevo templo. Los príncipes y prelados estaban en el presbiterio. El Cardenal celebró de pontifical, siendo los ornamentos y la orquesta de la Catedral de Sevilla. Por la tarde tuvo lugar una solemnísima procesión, llevando la Imagen de la Virgen por el patio llamado el Real, por el pozo del moro y la Capilla del Humilladero, desde donde bendijo el mar el Eminentísimo Sr. Romo; y volviendo la procesión a la Iglesia, se colocó a la Virgen en su Camarín. Por la noche dieron los príncipes un segundo banquete. SS. AA. RR., dieron en limosnas durante los dos días de su estancia en Chipiona a los pobres en las puertas del Santuario, la cantidad de 3.000 reales de vellón. Regalaron a la señora del Alcalde de Chipiona un precioso brazalete de oro con ricas piedras. A Nuestra Señora de Regla, el magnífico vestido que tenía puesto que era de una rica tela de tisú de oro con hermosos encajes, una toca de encajes y oro y una preciosa corona de plata. También regalaron al Santuario un hermoso terno bañado de oro. A la tropa la obsequiaron con abundantes ranchos de comida y vino.

8ª Procesión

Fue en abril 1863, con motivo de la colocación de la primera piedra del Faro de Chipiona. Se empezó la ceremonia con la celebración de una solemne Misa cantada en el Santuario de Ntra. Sra. de Regla. Concluida la misa fue sacada procesionalmente la imagen, acompañada de todos los asistentes y de un numeroso pueblo que se apiñaba a las puertas del templo, hasta el lugar donde se hubiera de colocar la piedra, ya de antemano lujosamente decorado, con caprichosos adornos de follaje y vistosas y multiplicadas banderas. A la voz del inteligente y joven ingeniero director D. Jaime Font, empezó a descender entre flores y banderas la enorme piedra que se hallaba suspendida a una respetable altura, y cuyo peso, según manifestaron los periodistas de la época, era de 63 quintales; bendecida por el Sr. Cura de la villa auxiliado por el R. Padre encargado del santuario de Ntra. Sra. de Regla, y después de firmar los concurrentes el acta y depositarla ésta con las monedas, diarios y demás objetos de costumbre, el Excmo. Sr. Gobernador pronunció un breve discurso, concluyendo con un espontáneo viva la Reina, que fue sonoramente repetido durante algún tiempo. Después, se procedió a llevar a la Virgen a la Iglesia Parroquial, y concluida la ceremonia, la comitiva pasó a casa del señor contratista D. Antonio Lazo, donde fueron obsequiados por un abundante almuerzo.

Fortuitamente se dio la coincidencia de haber encallado en la Piedra de Salmedina este mismo día un buque de nacionalidad desconocida y del que se temía lo peor al no podérsele dar auxilio debido al estado de la mar y el horroroso huracán.12 Posteriormente la Virgen fue llevada de nuevo a su Santuario.

9ª Procesión

En el año 1886, siendo rector G. José Mª Barber, fue llevada la Virgen por las calles de Chipiona hasta la Parroquia, una vez terminada la procesión religiosa volvió por la playa a las once de la noche. De esta salida no tenemos documentación al respecto sobre el motivo extraordinario de su procesión. ¿Tal vez fervor popular?

10ª Procesión

En 1892, con motivo del cuarto centenario del descubrimiento de América y de la construcción del Sanatorio Marítimo de Santa Clara, siendo rector el P. Miguel Verasaluce, se intentó llevarla también a Chipiona, pero una gran tempestad y tormenta, que causó grandes daños y arrebató la vida de un joven, impidió que se llevara a cabo la idea. Se trasladó a su Octava, el 15 de septiembre, saliendo la Virgen a las cinco de la tarde en dirección a la Parroquia de Chipiona volviendo ya muy entrada la noche a su Santuario.

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